domingo, 20 de julio de 2008

Jordania 2008, Petra (Segunda Parte)

(Continuación del artículo anterior)
Salgo y vuelvo a admirar la fachada de El Tesoro y me fijo en las figuras en relieve, están demasiado erosionadas con respecto al resto del conjunto, no me cuadra… Posteriormente me entero de que los Nabateos veneraban a varios dioses pre-islámicos, egipcios y algunos greco-romanos que habían asimilado de su cultura. No en vano, Petra es un cúmulo de influencias del mundo helénico y así representaron a sus divinidades en sus obras. Lastima que por aquí pasaran los iconoclastas, a destruir todas las representaciones humanas en tierras musulmanas por estar prohibidas desde el siglo VIII (afortunadamente, algunas cosas se salvaron, aunque no en Petra)



Es hora de seguir el recorrido por el amplio recinto. El Tesoro es el mejor conservado de todos debido a que está más resguardado de la erosión que ninguno, pero no es el único, allí hay más de 800 edificios tallados en la roca y por todas partes se ven escaleras, tumbas, adornos y frontones labrados.


Llegamos al teatro romano, con capacidad para 8.000 personas. En este punto hay que comentar que Petra se compone principalmente de tumbas; probablemente los Nabateos creían en algún tipo de vida sobrenatural después de la muerte y por ello construyeron estos inmensos mausoleo, o lo que es lo mismo, una ciudad entera para sus muertos. Solo algunos de sus edificios serían usados por los vivos, como es el caso del teatro, posiblemente destinado a celebraciones religiosas, esculpido en la roca viva y posteriormente engrandecido por los propios romanos.


Prácticamente enfrente al teatro encontramos las Tumbas Reales, que es el nombre genérico que denomina todas las construcciones que podemos encontrar en la base de la montaña Gebel Al Khubtha, aunque también se las conoce individualmente: la Tumba de la Urna, con sus arcos en la parte inferior; la Tumba de la Seda o del Arco Iris, la más colorida de todas; la Tumba Corintia, similar al Tesoro y muy deteriorada por la erosión; la Tumba Palacio, la más monumental, con 49 metros de anchura y 45 de altura actualmente (se piensa que pudo tener 60 recién construida) y la Tumba de Sextius Florentius.



Girando por el camino a la izquierda empezamos a ver los restos de la capital de los Nabateos, donde, aquí sí, vivían unas 30.000 personas, hoy prácticamente un solar con algunos escombros hasta llegar a la Vía Columnada, donde subiendo una escalinata se llega a los restos del Gran Templo y más adelante a la mole del imponente Qsar al Bint. El recorrido en llano se completa con un Museo de moderna creación, los baños y el segundo de los dos únicos restaurantes que hay en el recinto.


Mas allá, subiendo la montaña y tras cerca de una hora de empinada caminata, se llega a El Monasterio (El Deir) al que se puede acceder caminando o a lomos de un burro. Es el último gran monumento nabateo, un templo para conmemorar la figura de algún rey divinizado (Oboda I, 87 a.C), usado posteriormente como iglesia y de ahí su nombre.


La falta de tiempo impidió que subiéramos a verlo. En realidad se nos quedaron muchas cosas, Petra necesita como mínimo dos días para verla bien, mucha agua y, para algunos sitios, como el Gebel Attuf o "Lugar Alto de los Sacrificios", una más que aceptable forma física. También se ofrecen visitas nocturnas, con el Siq y el Tesoro iluminado por velas, pero, para nosotros, la cercana puesta de sol era el momento de volver sobre nuestros pasos, nuevamente hacia el principio, no sin antes volver a contemplar El Tesoro, que rápidamente queda sepultado por las paredes del Siq. Nuevamente, en silencio…

Próxima entrega: Petra (el video)

Bibliografía sobre Petra:

- Fabio Bourbon: Guía arqueológica de Petra (Magnus, 2007)
- Revista Viajes National Geographic: número 12 (Noviembre, 2000)

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